Santiago Sayago

Santiago Sayago nació en Montevideo en 1793 y dedicó su vida a la política, los negocios y la función pública en una etapa crítica del desarrollo nacional. Hombre de fortuna y notable influencia, participó activamente en la construcción institucional del Uruguay independiente, destacándose por su desempeño como Ministro de Hacienda en dos momentos particularmente complejos para el país.

Durante la Guerra Grande, el presidente Joaquín Suárez lo designó Ministro de Hacienda el 11 de octubre de 1844, cargo que ejerció hasta el 20 de octubre de 1845. En ese período, Sayago tuvo a su cargo la gestión de las finanzas del Gobierno de la Defensa, que sostenía la resistencia en Montevideo frente al asedio de las fuerzas de Manuel Oribe. En condiciones de extrema precariedad, Sayago administró los recursos disponibles para asegurar el funcionamiento del Estado sitiado, manteniendo la estabilidad institucional en medio de una crisis prolongada. Su renuncia al cargo estuvo motivada por hechos que él mismo consignó en su momento, y el gobierno, reconociendo sus méritos, le dedicó un decreto de estilo inusual en el que se valoraron sus servicios prestados durante el ministerio.

Años más tarde, en el contexto del Gobierno del Triunvirato establecido tras la caída del presidente Giró en 1853, fue nuevamente convocado a ocupar la cartera de Hacienda el 27 de septiembre. Sin embargo, una enfermedad repentina lo obligó a renunciar en menos de un mes, siendo sustituido interinamente por el coronel Lorenzo Batlle y luego, de forma definitiva, por José Zubillaga.

Su carrera política incluyó también roles relevantes fuera del área económica. Fue diputado en varios períodos y senador por Canelones en 1855. En 1852, se desempeñó como Jefe Político y de Policía de Montevideo, un cargo de gran responsabilidad en tiempos de fuerte inestabilidad política.

Sayago fue también uno de los constituyentes de 1830 y formó parte de las primeras legislaturas del país, participando activamente en la consolidación del orden republicano. Además, como empresario y propietario, fue uno de los hombres de negocios más destacados de su tiempo. Su legado perdura en Montevideo, donde un barrio lleva su nombre, construido en terrenos que fueron de su propiedad.

Falleció el 25 de octubre de 1863, dejando una huella profunda como gestor público, legislador y actor clave en la historia económica del Uruguay del siglo XIX.